Tuvimos la oportunidad de participar en una actividad que, más que informativa, fue inspiradora. Nos dirigimos a la sala audiovisual, donde nuestra maestra nos recibió con una sonrisa y nos presentó al maestro Román —mi tocayo—, director del Consejo Editorial de Ediciones Rébsamen. Esta editorial forma parte de la Escuela Normal y ha publicado libros escritos por docentes de esta y de otras instituciones. La mayoría de estos textos reúnen reflexiones y experiencias docentes que, lejos de ser solo anécdotas, son testimonios de vida pedagógica.
Durante la charla, el maestro Román compartió con entusiasmo cómo la escritura en el ámbito educativo puede convertirse en una herramienta para transformar no solo nuestras prácticas, sino también nuestras comunidades. Nos habló del valor de documentar, de pensar críticamente lo que hacemos, y de atrevernos a poner en palabras lo que muchas veces queda en el aire o en libretas personales.
¿Qué me hizo ruido (del bueno)?
Me hizo pensar: ¿cuántas ideas brillantes se pierden por no ser contadas? ¿Cuántas estrategias, intuiciones, o incluso errores que nos enseñan, podrían ser valiosos para alguien más si se escribieran? Lo que más me llamó la atención fue la forma en que el maestro Román hablaba de la publicación no como un logro individual, sino como un acto colectivo: escribir para otros, escribir desde y para la comunidad docente.
También comprendí que investigar no siempre es sinónimo de “hacer encuestas” o “revisar teorías complicadas”. A veces, investigar es simplemente mirar con atención lo que pasa en el aula, hacerse preguntas y tratar de encontrar respuestas que ayuden a mejorar. Escribir es parte de ese proceso.
Mis principales aprendizajes
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La investigación en educación no está reservada a especialistas, está al alcance de cualquier docente que se atreva a observar, reflexionar y compartir.
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La escritura es una herramienta poderosa para construir memoria pedagógica.
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La voz del maestro importa, y puede trascender el aula si se convierte en texto, en diálogo, en publicación.
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Es posible aprender sobre investigación escuchando a quienes ya están en ese camino: sus testimonios son semillas.
¿Y por qué un docente de Educación Especial debe saber investigar?
Porque cada estudiante que llega a nuestras aulas representa un universo particular. La investigación nos permite acercarnos mejor a sus necesidades, entender contextos, romper barreras, crear estrategias y evaluar con sentido. No se trata de investigar por cumplir un requisito académico, sino de investigar para transformar.
Y tú, que estás leyendo esto:
¿Te has detenido a pensar qué de lo que haces en tu día a día podría convertirse en un hallazgo si lo miras con ojos de investigador?
¿Te animarías a escribir sobre eso que te mueve en la docencia?
Investigar no siempre implica grandes recursos, pero sí una gran disposición a aprender. Tal vez el primer paso sea tan sencillo como contar lo que haces. O mejor dicho: escribirlo.